¿Calesita, vuelo libre o planificación?

diciembre 13, 2018

 

Las decisiones y acciones que llevaron a las empresas adonde sea que estén ahora, muy probablemente no serán las mismas que las llevarán hacia donde sus accionistas se imaginan que deberían estar y  adonde quieren llevarlas.

Las principales variables de los negocios están cambiando: los competidores (mas agresivos), los clientes (mas demandantes), las leyes (mas exigentes), los proveedores (mas desarrollados), la tecnología (cambia todos los días), sus mismos empleados (con otras visiones acerca del trabajo), sus costos (mas presionados). Las empresas son desafiadas todos los días por estos cambios.

 

Mantener las culturas, las políticas, los estilos, metodologías y tecnologías que hicieron crecer las empresas hasta acá, es como poner a las empresas en una calesita: no llegarán a ningún lugar nuevo, permanecerán donde están, corriendo el riesgo de pensar que el movimiento es movimiento hacia adelante… y siempre y cuando la calesita siga funcionando. Todo cambia, y pronto puede ser que no haya mas repuestos para que siga funcionando. Miremos sino el icónico caso de la empresa Blockbuster: hacia 2004 tenía una red de 9.000 videoclubes; tan sólo 14 años después, en 2018, sólo tiene uno.

Pensémoslo de otra manera: como dijo Seneca, «No hay viento favorable para el que no sabe adónde va»… Cuando hay algún plan, se podrá llegar a algún lugar. El problema es cuando no hay plan: se puede llegar a cualquier lugar… o desaparecer en el intento.

 

Valor agregado

La planificación agrega mucho valor al negocio: permite obtener claridad sobre la dirección futura, alineando a todos los directivos y colaboradores atrás de una visión y objetivos compartidos, que deberían incluir todos los aspectos de la organización:

  • Estrategia comercial (mercados, competidores, clientes, marketing, marca, precios, etc.)
  • Estrategia de productos y servicios (cartera de productos y servicios, innovaciones, proveedores, etc.)
  • Estrategia tecnológica (sistema, integración, protección de datos, servicio al cliente, productividad, etc.)
  • Estrategia operativa (capacidades, logística, calidad, etc.)
  • Estrategia en recursos humanos (organización, capacitación, etc.)
  • Estrategia financiera (necesidades, fondeos, etc.)
  • Plan de inversiones (equipos, tecnología, etc.)

Luego, será fácil decidir adónde alocar los recursos financieros, cómo alinear los procesos, etc.

Dicho de otra manera, la instancia de planeamiento estratégico es un momento en el que reflexionar sobre los factores claves del funcionamiento del negocio, y confirmar su continuación o plantearse un nuevo curso de acción: ¿está la política de precios y descuentos de acuerdo a lo que demanda el mercado?; ¿llegó la hora de ingresar a un nuevo mercado o salir de alguno de ellos?; ¿nuestro sistema nos permite procesar de manera eficiente las transacciones y dar respuesta efectiva a nuestros clientes; ¿llegó la hora de invertir en una ampliación de capacidad?; etc.

 

Planeamiento, ejecución y pensamiento estratégicos

Planificar ese futuro deseado, evaluando las variables cambiantes, no es complejo; el “planeamiento estratégico” se trata de:

  • Destinar un espacio de tiempo;
  • Invitar a las personas apropiadas ;
  • Debatir siguiendo alguna metodología; y

Luego, vendrá la “ejecución estratégica”, la ejecución de lo planeado, con un acompañamiento del plan, el cual muy probablemente irá requiriendo ajustes de acuerdo a las novedades del contexto. Por eso es tan importante el “pensamiento estratégico”, para evaluar de manera constante cuales son los cambios a ser considerados y nuevas alternativas que se presentan para el negocio.

Quienes prefieran tomar el camino más efectivo y eficiente para llevar la empresa al futuro soñado, la opción es crear su plan.  La opción de ‘no-plan’,  es la opción de la calesita o, como máximo, la de un riesgoso vuelo libre, y ver adónde se llega.

 

 

Hernán R. Rocha

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