Si lo lograste, contalo

marzo 8, 2019

 

En 2004 trabajaba en una empresa multinacional y me transfirieron a un trabajo en EEUU; gran oportunidad y gran problema: mi nivel de inglés era… intermedio bajo. Estaba tan claro el “problema” de mi inglés, que mi objetivo principal durante los primeros meses fue… ¡tomar clases de inglés! En las reuniones, trataba de sentarme en una silla lejana: ¡no quería que nadie se acuerde de mí y me hiciera alguna pregunta! El idioma era una barrera gigantesca, que me colocaba en la “zona de terror” (¿ya escuchaste hablar de la “zona de confort”?, bueno, ¡tres niveles para afuera de ella!).

Semanas después de mi llegada, comenzaba un nuevo “ejercicio anual”, con sus respectivos objetivos y planes. Mi Gerente me asignó a uno de ellos, y también, específicamente, me asignó un rol. El proyecto consistía en construir una especie de sistema informático, sencillo, con un objetivo muy específico, el cual iba a ser utilizado por aproximadamente las 70 personas que trabajaban en ese departamento. Mi rol: ¡realizar toda la comunicación del proyecto, especialmente, su presentación y entrenamiento a todos cuando estuviera listo!

Mi Gerente había tomado una gran decisión: había unido una necesidad del proyecto, a mi necesidad de desarrollo del idioma (comportamiento típico de un líder de estilo entrenador). Pero eso lo pensé algunas horas mas tarde. En ese momento, desde mi “zona de terror” ¡creo que sentí que había recibido la peor asignación posible de todas las que podría haber recibido!

Mis clases de inglés le hicieron lugar al proyecto (vocabulario, presentación final), y todavía recuerdo muy nítidamente, unos cuatro meses después, el momento de la presentación a mis 70 compañeros y líderes. ¡La presentación salió muy bien! ¡Así lo sentí, y así me lo reconocieron muchos! Recuerdo que hubo gente que se acercó a hablarme, y a decirme que debía hablar mas, que mi ingles “estaba muy bien”, que apenas se escuchaba mi voz, y comentarios por el estilo.

Ese día fue un punto de inflexión: gané confianza en mi manejo del inglés, comencé a comunicarme con todos, a contar mis ideas, a participar en las reuniones. Me empezaron a ver, y conocer.

 

Sin voz, no hay marketing personal.

No alcanza con hacer tu trabajo.

Hay que saber comunicarlo.

Que lo hagas, no implica que lo vean.

Hagamos una comparación con cualquier empresa: que la empresa fabrique sus productos, no significa que alguien los vaya a comprar. Miremos sino un hecho que fue noticia hace unos pocos meses: marcas de la industria de la moda, como Burberry, destruyen sus sobrantes de stock, para evitar liquidarlos a precios más bajos y perjudicar la marca. A veces ni con marketing es suficiente para vender lo producido.

El marketing personal tiene como objetivo primordial que quienes nos rodean construyan confianza en nuestro trabajo. Esa confianza ayudará a crear y desarrollar nuevas relaciones, a recibir mas responsabilidades, a obtener promociones, a justificar una revisión salarial, a aumentar el poder de influencia sobre otros, incluyendo sobre nuestros propios líderes.

Diría que la falta de marketing no es una opción. Lo viví durante los 16 años que trabajé en la empresa multinacional, pero también en empresas pequeñas, medianas y en la propia administración pública, en uno de mis primeros trabajos. En todas las organizaciones sucede lo mismo.

 

Vos sos tu nombre.

 

Como dice el autor Tom Peters, que de esto siempre escribe mucho, es importante “construirse uno mismo como su propia marca”. Las marcas sintetizan ideas y transmiten mensajes:

  • “Apple”: “Piensa diferente”
  • “Walmart”: “Siempre el precio más bajo”
  • “Spotify”: “Música para todos”
  • “Tu nombre”: “Tu mensaje”

 

Y una porción importante de “tu mensaje” la componen tus logros y lo que haces (hay otros ingredientes: tu estilo de comunicación, tu autenticidad, etc.). Por eso, si lo hiciste o lo lograste, deberías contarlo.

 

¿Cómo contarlo?

Uno debe conocer a sus líderes y tratar de llegar a ellos con esta información de la manera en la que a ellos les gusta recibir mensajes, y no en la manera en la que uno se sienta mas cómodo dándolos (si a tu líder le gusta leer poco, no le envíes un email). Algunos medios posibles para comunicar tus logros y/o proyectos, podrían ser:

  1. Enviar un email mensual, que agrupe sólo los ítems principales a comunicar, y sin mucho nivel de detalle. Si alguien precisara o quisiera mas detalle, lo pedirá. Mantener la frecuencia, en lo posible la fecha, y también el formato, para facilitar la lectura.

 

  1. Aprovechar las reuniones en las que uno es invitado, para exponerse y hacer esos comentarios.

 

  1. Pedir participar en alguna reunión que se esté agendando, para contar ahí sobre algún proyecto en marcha que debería ser relevante para esa audiencia.

 

  1. Al revés, invitar rotativamente a los líderes a la reunión mensual del área: genera exposición al líder, y se enterará de temas en los que el grupo está trabajando.

 

  1. Comunicar proyectos concretados y logros en la red social de la empresa (Yammer por ejemplo), o vía email, o por WhatsApp si estuviera habilitado su uso para este tipo de comunicaciones, o pidiendo una reunión específica.

 

  1. Aprovechar las oportunidades “espontáneas” que se presenten, desde la máquina de café, el break en una capacitación, o el tiempo de espera en el aeropuerto o durante el viaje mismo.

 

Principio: si el marketing sobre uno no lo impulsa uno mismo, nadie lo hará por nosotros.

Construir nuestra propia “marca personal” debe ser una de nuestras prioridades.

 

¿Qué quisiéramos que piensen nuestros líderes, colegas y colaboradores sobre nosotros?

¿Cómo quisiéramos que nos describan?

 

Todavía resuena en mis oídos un comentario que mi Gerente, apenas pocos meses después de haber ingresado a trabajar en esa empresa multinacional, y después de haber trabajado duro todo ese tiempo, le hizo a su propio líder, adelante mío: “Acordate, este pibe va a llegar lejos”. Cuando otros empiezan a hablar bien de nosotros, es porque, quizás, nuestro propio marketing comenzó a dar resultado.

 

Hernán R. Rocha

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